Con la virtualidad, los niños y los adolescentes se encuentran en las casas y tienen más tiempo de usar las computadoras, tabletas y celulares, ante ese panorama los padres de familia deben prestar más atención a lo que hacen.

Internet es una gran herramienta, pero también tiene muchos peligros como el acceso a contenido inadecuado, “gromming” o prácticas online de adultos que tratan de ganarse la confianza de los menores de edad para solicitar fotografías de carácter sexual, acosarlos o explotarlos por medio de redes sociales, mail o SMS; o simplemente personas inescrupulosas que aprovechan imágenes y vídeo para crear memes y ridiculizar a los menores. Según Unicef, en el 2019, el 70% de los jóvenes había experimentado violencia en línea, acoso digital y ciberacoso.

De acuerdo con el Dr. Juanjo Martí Noguera, Docente de Psicología de VIU – Universidad Internacional de Valencia, las consecuencias no son diferentes a las del acoso físico, en persona; con el agravante de que Internet es global, y la información no desaparece sola. Y es que, en comparación con el acoso físico, el ciberacoso no brinda la oportunidad de rastrear rápidamente al responsable y esto genera que no se tenga compasión para una víctima, sino al contrario permite que se celebre la agresión haciéndola viral.

“Todo ciberacoso que se haya compartido en redes puede quedar por tiempo indefinido accesible para otras personas. Puede perjudicar a la víctima durante mucho más tiempo, aunque haya cambiado de lugar, relaciones y contactos. Esta situación solo puede resolverse en la medida que se avance hacia un compromiso internacional en el que las empresas

propietarias de recursos digitales eliminen todo contenido que resulte descalificante para una persona”, afirma el docente de VIU.

¿Qué consecuencias trae el ciberacoso en el comportamiento de los menores?

La víctima puede presentar déficit de atención, depresión, falta de apetito, baja autoestima, dificultad para establecer relaciones interpersonales, tendencia a desarrollar trastornos emocionales y a aislarse, ansiedad, estrés, deseos de venganza, de acabar con su vida o hacerse daño, por creer que la culpa es suya y optar por la deserción escolar, ya que cree que todos le harán daño.

El ciberacoso es más propenso en niños de los 8 a los 15 años. “La  principal diferencia para sufrir  ciberacoso no es por género, condición sexual o raza, sino por franja de edad pues cada generación tiene una plataforma que responde mejor a sus necesidades (Facebook, Instagram, Tik Tok, Kwai o Twitter),  y algunas de estas plataformas permiten bloquear a familiares cercanos, para que no se den cuenta de lo que se postea. Por eso es importante que las empresas comiencen a trabajar en pro de los niños y jóvenes, alertando a los padres sobre cualquier anomalía en sus redes”, aseguró Noguera.

El experto recalca que es importante que los padres utilicen recursos para tener acceso a las herramientas digitales como smartphones, tabletas y portátiles; así mismo poder bloquear aquellas páginas que no son adecuadas para los menores de edad. Sin embargo, enfatiza en que se deben tener leyes y procesos en los que las autoridades puedan detectar, desconectar de la red y penalizar a quien acosa.

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