¿Y si fuera él? Vicecanciller y ministro de Finanzas del gobierno, el muy moderado socialdemócrata Olaf Scholz se presentó como el «próximo canciller» apenas cayeron las primeras estimaciones que pusieron a su partido a la cabeza en las elecciones alemanas.
Si el éxito de los socialdemócratas se confirma, Scholz habrá adoptado una estrategia ganadora: presentarse, hasta en los gestos, como el verdadero heredero de Angela Merkel.
Su partido, el SPD, solo había obtenido un 20,5% de los votos en las últimas elecciones generales de Alemania, en 2017. Tuvo que compartir una legislatura difícil con los conservadores de la CDU-CSU dentro del gobierno de coalición, pero ahora parece estar en medida de lograr en torno al 26% de los sufragios, según las primeras encuestas.
«Muchos ciudadanos […] quieren que haya un cambio en el gobierno y […] también quieren que el próximo canciller se llame Olaf Scholz», apuntó el candidato tras el anuncio de los resultados de los sondeos a boca de urna.
Objeto de burlas por su talante austero y sus discursos en tono de autómata que le valieron el sobrenombre de «Scholzomat», el exalcalde de Hamburgo logró a pesar de todo posicionarse delante de sus rivales en un contexto de crisis de la socialdemocracia en toda Europa.
Sin hacer ruido y aprovechando los errores de sus adversarios, está en condiciones de suceder a Angela Merkel, que se prepara para dejar el poder tras pasar 16 años en la cancillería.
«No se da lo que no se tiene»
Socialdemócrata de tendencia centrista, Scholz, de 63 años, parece haber convencido a buena parte del electorado ofreciendo una imagen de competencia.
Sustituyó en 2018 como ministro de Finanzas al democristiano ortodoxo Wolfgang Schaüble.
El ministro rompió con el tono a menudo tajante y moralizador de su antecesor, especialmente ante países del sur de Europa considerados laxistas, pero no desbarató su rigurosa gestión financiera.
A nivel local, el exalcalde casado con una militante del SPD, pudo parecer dispendioso al hacer de la niñez y de la vivienda social las prioridades de su mandato en Hamburgo.
Pero, aunque disparó el presupuesto de la ciudad que gobernó entre 2011 y 2018, como ministro se aferró a su credo: «No se da lo que no se tiene».
Su postura centrista lo llevó a quedar marginado por un tiempo en su propio partido.
En 2019, Scholz se propuso para liderar el SPD, pero los militantes escogieron a dos casi desconocidos claramente más a la izquierda.
El final de la austeridad
Sin embargo, Scholz logró recuperar terreno con la pandemia, cuando no dudó en romper con la ortodoxia presupuestaria.
Tras una década de acumular excedentes, Alemania contrajo miles de millones de euros en nuevas deudas desde 2020, en detrimento de sus estrictas reglas constitucionales.
«Todo eso es caro, pero no hacer nada sería aún más caro», insistió Scholz, opuesto a la reducción del impuesto sobre grandes fortunas prometida por los conservadores y favorable a un aumento del salario mínimo.
Pese a su derrota de 2019, el SPD, uno de los partidos más antiguos de Europa, escogió a Scholz como su candidato para septiembre, rechazando las acusaciones de laxismo en la sonada quiebra de la sociedad financiera Wirecard.
Nacido en Osnabruck el 14 de junio de 1958, Olaf Scholz se unió al SPD a los 17 años. Entonces tenía cabello largo y coqueteaba con las ideas más de izquierda del partido.
Más bien calvo en la actualidad, se hizo abogado especialista en derecho laboral y en 1998 fue elegido diputado.
Como secretario general del SPD (2002-2004), Scholz tuvo que explicar todos los días ante las cámaras el detalle de las impopulares reformas liberales del entonces canciller Gerhard Schröder.
Tras una serie de derrotas electorales, Scholz debió ceder en 2004 su puesto de secretario general, antes de volver en 2007 como ministro de Trabajo.
Con Merkel, que lo apoyó en 2017 cuando enfrentó llamados a renunciar tras las violentas manifestaciones durante la cumbre del G20 en Hamburgo, mantenía una relación de confianza.
AFP