Martha Sosa es una mujer piurana conocida por sus famosos sombreros hechos en paja toquilla en el distrito de Catacaos.

Martha Sosa jamás imaginó que empezaría su negocio de sombreros de paja toquilla en Catacaos con un préstamo de 400 soles; Teresa Gómez no pensó que durante 10 años sacaría adelante a su familia con la venta de chicharrones, y las amigas Nancy y Liliana no sospechaban que juntas tendrían una tienda de carteras y ropa en San Isidro, convirtiéndose así en ejemplos de emprendimientos en el Perú, donde el 61% de los microempresarios están en regiones del interior del país y el 58.9% son mujeres emprendedoras, según Caja Piura.

“Según el INEI, en el último trimestre del 2020 se formaron 83 mil 170 empresas, de las cuales la mayoría son empresas unipersonales con  pequeños negocios propios que se crearon  en plena pandemia con muchísima creatividad”, dijo Marianella Albirena, jefa de Marketing de Caja Piura quien destacó la campaña “Emprendedores haciendo patria” en reconocimiento a miles de emprendedores peruanos.

Teresa Gómez Ayala empezó hace unos 10 años la venta de chicharrones en Santa Anita, Lima. “Mi mamá lo puede todo. Es fuerte. Ahora yo trabajo con ella y estudio Administración y Negocios. La chicharronería fue el punto de partida, nos prendió el foquito en la familia, y permitió que tengamos otros pequeños negocios”, dice su hija Nayeli Gutiérrez, quien agrega que el impulso de Caja Piura, a través de orientaciones económicas y créditos, fue fundamental para el éxito empresarial.

Así como Teresa, cuya chicharronería se llama “El Puerquito”, que brinda trabajo a 4 personas, Martha Sosa es una mujer piurana conocida por sus famosos sombreros hechos en paja toquilla en el distrito de  Catacaos, Piura, donde abunda el sol, la chicha de jora y el arte. Pero no todo fue fácil para Martha: empezó con un préstamo de Caja Piura de 400 soles y su primera exportación -gracias a una asociación de tejedoras que formó- fue a Texas, confeccionando 2 mil sombreros.

El trabajo en equipo es fundamental para Martha, también presidenta de la Asociación de Artesanas de Pedregal Grande, quien sabe que en estos tiempos debe ser innovadora y creativa, porque cientos de mujeres tejedoras con paja toquilla viven del turismo.

Otra de las historias es la de dos amigas limeñas que se unieron hace 5 años: Nancy Wiesse y Liliana Berrocal, ahora tienen un showroom de carteras y ropa en San Isidro y talleres en La Victoria y Villa El Salvador.

“Nosotras mismas escogemos la materia prima y accesorios. Comenzamos de manera informal, como jugando, con muchas ganas y sueños de ser emprendedoras de éxito en el Perú. Cada una vendía sus productos por separado en redes sociales y decidimos unirnos  para  consolidar nuestro negocio”, cuenta Liliana Berrocal.

Los sueños y ganas caracterizan a estas 4 mujeres que son solo el reflejo de lo que millones de micro y pequeños empresarios hacen en el Perú, un país que entra al Bicentenario batallando a una pandemia, reactivando su economía y sacando el espíritu resiliente que cada peruano emprendedor lleva en su interior.

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