Uno de los destinos más preciados en Tarapoto, además de sus encantadoras cataratas, son los baños termales de Don Grimaldo, ubicado en el distrito de Sauce.

Los turistas que llegan atraídos por las historias de este lugar no se van decepcionados, al contrario: esbozan una sonrisa y se sienten liberados. “Se ríen, gritan de felicidad, juegan y al final de su visita dejan todo el estrés atrás. Y todo gracias a la madre naturaleza”, nos cuenta el autor de este “spa selvático”, Grimaldo Reátegui.

Es Grimaldo el dueño, administrador, guía turístico y quien te lleva deliciosos frozen de guanábana. Cuando llegan los visitantes los recibe con una contagiante sonrisa, les explica que las aguas calientes y frías que emergen de su terreno hacia una piscina tienen minerales. Pero la estrella del lugar es el lodo de su laguna.

El baño con agua fría y caliente (unas 5 veces) es una rutina lúdica. La diversión es justamente ese cambio de temperatura, sentir el frío del agua y luego calentarse con las aguas termales. Una rutina  que elimina las toxinas del cuerpo.

Luego viene el “oro negro”. El barro de la laguna, que contiene 28 elementos químicos entre los que figuran la Plata, Sodio, Fierro, Calcio y Magnesio, se unta en el cuerpo, de pies a cabeza, hasta que dar completamente cubierto.

“Creamos estatuas humanas”, dice este hombre de 62 años quien se reserva algo magnífico para el final.

“Fish massage”

Una vez que el barro se haya secado en la piel, el siguiente paso es el conocidísimo “fish massage” o “masaje con peces”. Consiste en que un batallón de mini-pececitos (Poecilia reticulata) empiezan a quitarte la piel muerta sobrante del cuerpo en una sensación tan relajante y cosquillosa como indescriptible.

Los peces viven en su entorno natural, una poza oxigenada de 5000 metros cuadrados, que garantiza que siempre están inocuos y saludables.

Camino hacia el éxito

El camino hacia éxito no es fácil de seguir. Muchas de ellas tienen abismos, curvas sinuosas y obstáculos para quienes transitan por ella. Y el destino, caprichoso e insospechado, puso a prueba a Grimaldo antes de gozar lo que tiene y ser parte del circuito turístico de Tarapoto.

Nació en el distrito del Sauce y ya de joven el MRTA (grupo terrorista que azotó parte del oriente peruano), le quitó su propiedad por lo que tuvo que migrar a Iquitos. Desde allí, trabajando como comerciante, nunca perdió la esperanza de de recuperar su propiedad. Y así lo hizo.

“Cuando el terrorismo fue derrotado regresé al Sauce. Estuve fuera 10 años y fue duro recuperar el lugar y darle la forma que hoy tiene. Invertimos mucho dinero, tiempo y sudor para que otros peruanos disfruten de las riquezas de mi Sauce querido y poner su nombre y de Tarapoto en el mapa mundial del turismo”, recuerda mirando la llegada de nuevos visitantes a quienes recibe con los brazos abiertos.

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